Es común que en las empresas se crea que innovar es concebir ideas para mejorar la oferta de productos o servicios. O que innovar tiene que ver con nuevas tecnologías.
La innovación consiste en “la introducción de un nuevo, o significativamente mejorado, producto (bien o servicio), proceso, método de comercialización o modelo organizativo en las prácticas internas de la empresa, la organización del lugar de trabajo o las relaciones exteriores”, de acuerdo con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), en su Manual de Oslo, de 2005.
Innovar, entonces, no es solo crear algo nuevo (procesos o productos); también es mejorar lo que existe. Innovar no es necesariamente hacer algo diferente, sino, también, hacerlo mucho mejor.
La innovación no es solo un ejercicio creativo, que surge esporádicamente. Al contrario, es un proceso: para que la innovación dé resultados, es necesario que tenga estructura y que se mida, afirma la consultora tecnológica Indra. Es decir, es un proceso de creación continua y trabajo en equipo, no una función de una sola persona o resultado de “ideas creativas”. De hecho, debe distinguirse entre creatividad e innovación. Creatividad se refiere a la formulación de nuevas ideas; innovación, a plasmar, llevar a cabo o ejecutar esas ideas.
De igual forma, comúnmente la innovación se asocia con laboratorios de investigación y desarrollo (I+D), con tecnología e inversión. Sin embargo, no es obligatorio que haya laboratorios o tecnología para innovar; estos son herramientas de la innovación. Además, la introducción de algo nuevo o significativamente mejorado no es exclusividad del departamento de I+D, sino de todas las áreas de una compañía: diseño, recursos humanos, comunicación, marketing, procesos o gestión empresarial, entre otros.
Toda innovación responde a dos objetivos, de acuerdo con el Laboratorio de Investigación de Harvard:
Crear valor para los clientes. Si la empresa piensa constantemente en mejorar sus productos o servicios, o en mejorar la comunicación con los clientes, es un indicador de que intenta aumentar el valor que los consumidores perciben en su oferta. Crear valor es reconvertir el modelo de negocio, en el que la investigación y desarrollo es indispensable para encontrar nuevas oportunidades.
Diferenciarse de la competencia. Una organización se destaca de la competencia si cambia sustancialmente sus procesos internos o si crea factores que le permiten encontrar soluciones útiles, aquellas que ninguno de sus competidores ofrece.
Hay compañías en las que la innovación forma parte de su ADN y es un pilar de su cultura organizacional, un elemento diferenciador que la hace más competitiva o productiva. Otras empresas innovan solo en determinadas circunstancias, cuando consideran que llegó la hora de crear, cambiar o mejorar algo específico de la organización, y en las que la innovación termina apenas se logra el objetivo.
Algunos de los beneficios de la innovación son: encontrar oportunidades, expandirse a nuevos mercados, optimizar los canales existentes u obtener mayores ganancias, entre otros.
¿Cómo innovar en una empresa? Existen diferentes metodologías; las más destacadas son:
Agile. Es una metodología pensada para desarrollar productos o servicios de calidad capaces de satisfacer las necesidades, cada vez más cambiantes, de los clientes. Con ella se planifica, crea, comprueba y mejora el resultado. Su principal característica es hacer entregas rápidas y continuas. Para lograrlo, un proyecto se divide en pequeñas partes, que se completan y se entregan en un tiempo requerido.
Entre sus principales beneficios están la calidad (hay una fase de corrección y mejora del resultado), la rapidez (ciclos de producción más cortos) y la productividad (se asigna a un equipo multidisciplinario, capaz de entregar según los requerimientos de la empresa).
Deep-dive. La “inmersión profunda” es una metodología que busca “sumergir” velozmente a un grupo o equipo en alguna de estas dos tareas: solución de problemas o creación de ideas. Normalmente se utiliza en las innovaciones relacionadas con desarrollo de productos, mejora de procesos y estrategias de servicio al cliente.
Su principal característica es garantizar que el equipo se concentre en una actividad innovadora específica.
Design thinking. El objetivo es entender y solucionar necesidades de los clientes. El usuario está en el centro del desarrollo de cualquier producto o servicio. Para ponerse en sus zapatos, el “pensamiento de diseño” pasa por cinco pasos: empatía, definición, idea, prototipo y prueba.
Su principio es que toda idea debe ser validada antes de suponer que es la correcta.
Design sprint. Consiste en dar respuestas en cinco días a cuestiones críticas de un negocio. Ideada por Google Ventures, esta metodología se ejecuta interactuando con los clientes, primero con un diseño, luego con un prototipo y, finalmente, con una prueba. Es una metodología muy flexible, pues se combina con el design thinking, la gestión de procesos y el aprendizaje rápido.
Es ideal para determinar la viabilidad de un nuevo negocio, para realizar la primera versión de una aplicación o para desarrollar nuevas funcionalidades de un producto.
Recuerda:
Innovar es crear o implementar soluciones útiles que conduzcan a las empresas al éxito. Si las empresas quieren avanzar, adaptarse a nuevas tendencias y participar en las transformaciones del mundo, deben incorporar la innovación a su ADN. Innovar es una manera de reinventarse, de alcanzar grandes objetivos, de ser más eficientes y de estar un paso adelante de sus competidores