Sequías prolongadas, la disminución en los niveles de embalses y el deterioro de ecosistemas estratégicos como los páramos han evidenciado las vulnerabilidades del sistema hídrico colombiano.
Colombia, reconocida por su abundancia hídrica, enfrenta una paradoja inquietante: mientras posee vastos recursos de agua dulce, una parte significativa de su población carece de acceso adecuado a agua potable. Esta situación se agravó en 2024 debido a las sequías asociadas al fenómeno de El Niño, intensificando los desafíos relacionados con la disponibilidad y calidad del agua en el país.
De hecho, coyunturas como la situación del sistema Chingaza, que brinda cerca del 70 % del agua a Bogotá, y que ha provocado constantes racionamientos en la ciudad han prendido las alarmas sobre el tema y la necesidad de revisar la cobertura de agua para el futuro del país.
En este sentido, es clave recordar que, en Colombia, 12 millones de personas tienen acceso inadecuado al servicio de agua potable (es decir, en condiciones insalubres o sin las condiciones de sanidad requeridas para su consumo); esto representa un 25 % de la población, y 3,2 millones de personas no tienen ningún acceso, siendo especialmente crítica esta situación en el sector rural.
Cerca de 1,5 millones de personas realizan sus necesidades fisiológicas al aire libre y solo se trata el 52 % de las aguas residuales, según cifras del Ministerio de Vivienda. Por su lado, el DANE reveló que, si bien el 91,2 % de la población tenía acceso a agua potable en 2023, 391 municipios están expuestos a riesgo de escasez.
Para ello, hay que destacar en primer lugar que el agua potable en Colombia proviene principalmente de fuentes superficiales, como ríos, lagos y embalses, y en menor medida de fuentes subterráneas, como acuíferos. Estas fuentes se alimentan de las precipitaciones que, debido a la diversidad climática y geográfica del país, varían significativamente entre regiones. Por ejemplo, el sistema Chingaza capta aguas de los páramos y ríos de la región por lo que su volumen depende en gran medida de las condiciones de lluvia necesarias para su estabilidad.
Infraestructura necesaria para la disponibilidad de agua potable
Para garantizar que el agua llegue en condiciones óptimas a los hogares colombianos, se requiere una infraestructura compleja que incluye:
Captación: extracción del agua de las fuentes naturales.
Conducción: transporte del agua desde la fuente hasta las plantas de tratamiento a través de tuberías y canales.
Tratamiento: procesos físicos, químicos y biológicos que eliminan contaminantes, asegurando que el agua sea apta para el consumo humano.
Almacenamiento: depósitos y tanques que regulan el suministro y mantienen reservas para momentos de alta demanda o escasez.
Distribución: red de tuberías que lleva el agua tratada hasta los usuarios finales.
Sin embargo, esta infraestructura enfrenta desafíos significativos. Según datos de la Comisión de Regulación de Agua Potable y Saneamiento Básico (CRA), un alto porcentaje de la población no tiene acceso a agua apta para el consumo (existe un margen entre 25 % y 29 % de insalubridad). Además, el 48 % del agua se pierde en sistemas de distribución, lo que refleja ineficiencias y deterioro en las redes de acueducto.
Consciente de estos desafíos, algunas iniciativas gubernamentales han delineado varios proyectos para mejorar la situación y suministro de agua potable en el país, entre ellos:
Planes Departamentales de Agua (PDA): iniciativa que busca armonizar recursos y establecer esquemas eficientes en la prestación de servicios de agua potable y saneamiento básico, adaptados a las características locales y capacidades institucionales. De esta manera, los 32 departamentos del país cuentan con planes de mejora, en pro de atender las necesidades crecientes.
Inversiones en infraestructura: el Ministerio de Vivienda ha destinado más de $663.000 millones en 87 proyectos de agua y saneamiento básico en 24 departamentos, beneficiando a aproximadamente 1,3 millones de personas desde 2023. Así, se ha llegado a municipios que nunca habían recibido inversión en agua potable y saneamiento básico, como Lloró (Chocó), Calamar (Guaviare), Puerto Leguízamo (Putumayo), Carurú (Vaupés), Totoró (Cauca), Pueblo Rico (Risaralda) o Barranco de Loba (Bolívar), entre otros.
Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) al 2030: se han trazado metas gubernamentales para que, en 2030, 55 millones de colombianos tengan acceso al agua potable en todas las zonas del país, alcanzando la universalización del servicio.
De acuerdo con la Visión Estratégica 2018-2030 del Ministerio de Vivienda, para 2030, se espera que el sector agua movilice $45 billones para infraestructura, donde se destacan proyectos de viabilización para La Guajira y en el Litoral Pacífico, resaltando departamentos como Chocó, donde no se han concretado obras en 10 años y otros en municipios de categorías 5 y 6, según datos de esa cartera.
Así mismo, se estima que el 68 % de aguas residuales sean tratadas y el 18 % de residuos aprovechados, además el 100 % de proyectos del sector contarán con pliegos tipo. A pesar de estas iniciativas, persisten obstáculos como la falta de coordinación interinstitucional y la burocracia, que pueden ralentizar o entorpecer la ejecución de los proyectos.
Desafíos actuales y futuros
En diversas declaraciones a medios de comunicación, el alcalde mayor de Bogotá, Carlos Fernando Galán, ha comentado que el cambio climático ha intensificado fenómenos como El Niño, provocando sequías más severas que afectan la disponibilidad de agua. En 2024, Bogotá enfrentó niveles críticamente bajos en sus embalses, lo que llevó a racionamientos de agua y puso en evidencia la vulnerabilidad de la ciudad ante variaciones climáticas.
Además, la deforestación y la contaminación de fuentes hídricas agravan la situación. La calidad del agua se ve comprometida por vertimientos industriales y agrícolas, afectando la salud pública. En regiones como La Guajira, la escasez de agua potable ha generado un aumento en casos de desnutrición y enfermedades asociadas.
Ghisliane Echeverry, directora del Ideam, ha explicado que el Fenómeno del Niño no fue la única variable para mayores probabilidades de incendios y bajos niveles de agua en los embalses que surten a Bogotá y pueblos aledaños.
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“Entre los factores están el debilitamiento de los vientos debido a una anomalía térmica en el océano Atlántico. Se esperaba que la temporada de lluvias en el país empezara en la segunda quincena de marzo, pero la zona de convergencia intertropical, en la que confluyen los vientos alisios del hemisferio norte con los del hemisferio del sur, ha estado bastante débil, lo que no permitió la llegada usual de las precipitaciones para esa época del año”.
Ghisliane Echeverry, directora del Ideam.
Ese factor tomó por sorpresa al Ministerio de Ambiente y a la Alcaldía de Bogotá, que decidieron así acudir a un racionamiento de agua hasta la segunda semana de abril de 2024. De hecho, la situación podría extenderse también durante el primer semestre de este 2025 pues la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca (CAR) ha llamado la atención sobre los niveles de los embalses que disminuyeron significativamente en diciembre.
Estas condiciones ponen en riesgo la disponibilidad de agua para consumo humano, actividades agrícolas e industriales, así como el suministro del acueducto de Bogotá, que requiere 16 metros cúbicos por segundo para atender a la capital.
Por ello, la CAR destaca como una opción viable implementar propuestas como el monitoreo constante de fuentes hídricas, el aprovechamiento de agua subterránea y la promoción de sistemas de recolección de aguas lluvias, como el programa Lluvia para la Vida, que permite a los hogares rurales almacenar hasta 1.000 litros para actividades no potables.
Aunque Colombia posee una riqueza hídrica notable, enfrenta desafíos significativos para garantizar el acceso universal y sostenible al agua potable. Es imperativo fortalecer la infraestructura, mejorar la gestión de recursos, promover la conservación ambiental y fomentar la coordinación entre entidades para asegurar que este recurso vital esté disponible para toda la población en el mediano y largo plazo.
Plantas tratamiento de aguas residuales: un sector con potencial de crecimiento en Colombia
Bienestar y sostenibilidad | 21 ene 2025Lectura de 6 min
Con una urbanización acelerada, el país ha experimentado un aumento significativo en la generación de aguas residuales, por lo que las inversiones en plantas de tratamiento de aguas residuales (PTAR) son necesarias para una mayor salud pública.
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