“Estamos convencidos del poder transformador que tiene el trabajo articulado entre los diferentes eslabones de la cadena para asegurar el aprovechamiento de los materiales y hacer realidad la economía circular en el país”.
En julio de 2024 Colombia adoptó una nueva reglamentación para eliminar ocho tipos de plásticos de un solo uso, y así contribuir con la protección del medio ambiente. Conoce más sobre esta medida y explora prácticas similares en otros países.
En las últimas décadas, la preocupación por el impacto ambiental del plástico ha llevado a varios países a implementar prohibiciones y restricciones sobre su uso. En julio de 2024, Colombia se sumó con la nueva reglamentación emitida por el Ministerio de Ambiente que exige la eliminación de ocho tipos de plásticos de un solo uso en el país, para contribuir con la protección del medio ambiente.
La resolución 0803 de 2024 establece medidas clave para la transición de Colombia hacia la erradicación de 21 tipos de plásticos de un solo uso, que serán eliminados progresivamente hasta 2030, conforme a lo dispuesto por la Ley 2232 de 2022.
Asimismo, se busca potenciar la economía circular en diferentes industrias para maximizar el uso de materiales, productos y recursos, incentivando la reincorporación de diferentes materiales en los ciclos productivos. Esto llevará al país a tener una mayor consciencia en la cantidad de residuos generados y un mejor aprovechamiento en el día a día.
Sobre esto, una encuesta elaborada por Ipsos indica que en países como México, Chile y Colombia más del 90 % de las personas consultadas reflejan una mayor conciencia y creen en la necesidad de prohibir los plásticos de un solo uso, superando el promedio global de 85 %.
A pesar de ello, Acoplásticos —gremio que dirige Daniel Mitchell en Colombia—, ha explicado que, aunque el país está preparado para la transición hacia otras alternativas más sostenibles, es necesario que el Ministerio de Ambiente sea más claro en los pasos que debe dar la industria, pues la entrada en vigor de la prohibición para el primer grupo de productos en Colombia ha resultado difícil para algunas empresas.
Considerando que el impacto de la nueva medida podría ser de unos $200.000 millones para las empresas de la industria plástica —cerca del 2 % que genera en total—, se hace cada vez más fundamental conocer cuáles fueron los caminos de otros países que establecieron normas similares y cuáles son los pasos progresivos a implementar. Además, hay que saber que a día de hoy, más de 100 países prohíben total o parcialmente las bolsas de plástico de un solo uso. Entre 2010 y 2019 el número de políticas públicas destinadas a eliminarlas gradualmente se triplicó y, como resultado, los efectos de estas normas han empezando a verse reflejados.
Según los cálculos del gremio, Colombia ha realizado inversiones en el reciclaje de plásticos cercanas a US$100 millones en los últimos tres años, incrementando la capacidad de reciclaje que hoy en día llega a unas 400.000 toneladas anuales.
En el país, por ejemplo, Enka y Postobón suscribieron un acuerdo a diez años para el suministro de resina EKO PET, que fabrica Enka a partir de botellas PET posconsumo. Para ello, Enka dispondrá una planta ubicada en el municipio de Barbosa, Antioquia su capacidad de reciclaje, de más de seis millones de botellas diarias. Las botellas posconsumo serán recolectadas a través de la filial Eko Red, que tiene presencia en 900 municipios del país.
“Estamos convencidos del poder transformador que tiene el trabajo articulado entre los diferentes eslabones de la cadena para asegurar el aprovechamiento de los materiales y hacer realidad la economía circular en el país”.
La meta del acuerdo entre Enka y Postobón es fomentar la recolección de botellas de PET para su reciclaje. Su propósito es reciclar el 100 % de material de las botellas por un número indeterminado de veces.
Aunque para muchos sea sorpresa, uno de los primeros países en implementar una prohibición significativa de plástico fue Bangladesh en 2002, con las bolsas de plástico de un solo uso. Esta medida se tomó después de que las bolsas de plástico obstruyeran los sistemas de drenaje durante las inundaciones, exacerbando los desastres naturales.
China —que alguna vez fue el mayor importador de residuos plásticos del mundo—, prohibió la importación de desechos de este tipo en 2018 y empezó a poner en funcionamiento restricciones sobre bolsas de plástico y pitillos. Sin embargo, la ejecución y el cumplimiento siguen siendo desafíos significativos debido a la gran población y la rápida urbanización.
India anunció planes ambiciosos para eliminar los plásticos de un solo uso a partir de 2022. No obstante, la puesta en práctica ha sido desigual, y muchas áreas rurales aún dependen del plástico debido a la falta de alternativas asequibles.
En África, potencias regionales como Marruecos, Sudáfrica y otros países en desarrollo, como Ruanda y Kenia, han marcado la pauta. Ruanda, en particular, ha sido alabada por su estricta política de "cero tolerancia" al plástico —implementada en 2008—, que ha convertido a Kigali en una de las capitales más limpias del continente.
En Europa, la Unión Europea (UE) ha sido líder en la lucha contra el plástico. En 2019, el Parlamento Europeo aprobó una directiva para prohibir una variedad de productos plásticos de un solo uso, como cubiertos, platos, pajitas y bastoncillos de algodón, a partir de 2021. Esta legislación también incluyó objetivos para la reducción del uso de plásticos y el aumento del reciclaje. Países como Francia, Alemania y el Reino Unido han ido más allá, realizando sus propias restricciones nacionales.
En total, 18 países del continente han prohibido las bolsas de plástico finas, entre los que se encuentran Francia, Alemania, Italia, Islandia y Albania. Otros 23 países exigen a los consumidores el pago de una tasa. Dos más —Suiza y Noruega— permiten a la industria del plástico imponer una "tasa voluntaria" por el uso de las bolsas.
Dos claros ejemplos de estas medidas son Francia, con la prohibición de vasos y platos de plástico desde 2020 y, Alemania, que introdujo un sistema de depósito y retorno para botellas de plástico, aumentando significativamente las tasas de reciclaje.
En América Latina, Brasil marcó la pauta en 2010, con objetivos establecidos como:
Reciclar el 14 % de los residuos de plástico generados al año para 2024.
Lograr que el 48 % de residuos plásticos sea sometido a algún tratamiento, como el reciclado o la valorización energética para 2040.
No obstante, Greenpeace indica que pese a haber dado el paso hace 13 años, de los 82 millones de toneladas de residuos generados al año, únicamente 4 % son reciclados.
Chile se destacó en 2018 como el primer país del continente en prohibir las bolsas de plástico en tiendas minoristas. La medida fue recibida positivamente y ha llevado a una reducción significativa en el uso de plástico y el reciclaje. Sin embargo, aunque el país genera cerca de 17 millones de toneladas de residuos al año, solo se recicla el 10 %. Inicialmente, la meta era que, a los cinco años de su promulgación el porcentaje reutilizado subiera a 30 %, sin embargo, no existen datos que respalden este propósito.
Otros países como Argentina y México también han adoptado medidas para reducir el uso de plástico, aunque con resultados mixtos, debido a desafíos económicos y de infraestructura. Ciudad de México, por su parte, tiene prohibida la comercialización y distribución de bolsas de plástico de un solo uso y en 2021 prohibió los pitillos plásticos. En total, 31 de 32 estados mexicanos han establecido restricciones y prohibiciones de plásticos de un solo uso. A su vez EE.UU., se ha sumado en estados como California, donde la prohibición de las bolsas de plástico finas redujo el consumo en un 71,5 %. Además, los gravámenes e impuestos provocaron una reducción del consumo del 90 % en zonas como Washington D.C. o Santa Bárbara. En la limpieza anual de playas de 2023 en Nueva Jersey, donde se introdujo una prohibición, el número de bolsas de plástico recogidas descendió en más de 40 % respecto al año anterior. Sobre este tema, María Alejandra González, coordinadora regional política de plásticos para América Latina y el Caribe, indicó que priorizar las reglas globales definidas y vinculantes aliviaría las cargas de los gobiernos y autoridades nacionales.
“Las soluciones que se basan en las mejores prácticas y la mejor ciencia disponible hacen menos arduo los procesos, consumen menos tiempo y reducen los costos para los gobiernos nacionales, así mismo ofrecen una oportunidad de financiamiento y acceso a recursos para apoyar a los países en desarrollo en su implementación”. (María Alejandra González, coordinadora regional política de plásticos para América Latina y el Caribe).
La prohibición del plástico ha tenido un impacto positivo en la reducción de la contaminación en muchos países. A su vez, la innovación en materiales alternativos ha cobrado impulso. Los bioplásticos, fabricados a partir de recursos renovables como el maíz y la caña de azúcar, están ganando popularidad, por lo que no solo se reduce la dependencia del plástico, sino que también, promueve una economía circular.
Sin embargo, también ha presentado desafíos económicos y sociales. En algunos casos las prohibiciones han afectado a pequeñas empresas y a trabajadores informales que dependen de la producción y venta de productos plásticos. Además, la falta de alternativas accesibles y asequibles al plástico sigue siendo un obstáculo significativo en muchas regiones.
En conclusión, la experiencia de los países que han prohibido el plástico ofrece unas bases importantes, así como oportunidades y lecciones valiosas para Colombia. La educación pública, concienciación y campañas de sensibilización han jugado un papel crucial en el éxito de estas políticas, fomentando un cambio de comportamiento en la población y un cambio progresivo en la forma como las empresas y las industrias relacionadas con el sector pueden implementar acciones de cambio con el tiempo.
Fuentes
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