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Desde hace más de 5.000 años las ciudades han ocupado un lugar importante en la historia de la humanidad y han sido un reflejo de la evolución de la sociedad. Hace 10.000 años la agricultura apareció en Mesopotamia, el factor que nos permitió asentarnos y crecer como sociedad. Atenas fue la cuna de la democracia, el sistema político que defiende por excelencia la soberanía del pueblo. Hace 250 años Londres fue testigo de la Revolución Industrial, el punto de arranque de la tecnología del siglo XXI.
En medio de los cambios acelerados que vivimos hoy, no es extraño que las ciudades también se encuentren en una rápida transformación en la que la tecnología ocupa un papel preponderante. Sin embargo, al construir las ciudades futuristas, los científicos urbanos, los desarrolladores tecnológicos y el ciudadano común se encuentran en una disyuntiva entre la innovación y la humanización de sus espacios.
Innovación: un medio y no un propósito de las ciudades futuristas
¿Sabías que una nación del Pacífico, amenazada de desaparecer por el cambio climático, planifica crear una réplica en el metaverso? Se trata de Tuvalu, un archipiélago que espera funcionar como Estado soberano en el ciberespacio, y convertirse en el primer país en existir únicamente en el mundo digital.
Considerar la posibilidad de reemplazar ciudades o países enteros de esta manera refleja nuestra visión de la tecnología como solución para todos nuestros problemas. Y si bien la innovación puede mejorar nuestra calidad de vida, es importante que siga siendo un medio y que no se convierta en un propósito. Una transformación digital sin una justificación de fondo, simplemente para “estar a la vanguardia”, pudiera tener el efecto contrario.
The Line es otro proyecto que parece extraído de una película de ciencia ficción. Se trata de un edificio y al mismo tiempo una ciudad, que incluirá módulos de costa, montaña y valle que podrán recorrerse en solo veinte minutos. Se encuentra en construcción en el noroeste de Arabia Saudí, una de las zonas más áridas del planeta, y promete revolucionar la interacción de las sociedades urbanas con el medio ambiente.
En medio de esta transformación cada vez más acelerada, vale la pena hacer una pausa para cuestionarnos si esta evolución tecnológica nos ayuda o no a humanizarnos. Solo la conexión como seres humanos puede garantizarnos un futuro más sostenible que ofrezca una mejor calidad de vida a las próximas generaciones.
La comunidad científica urbana concentra sus esfuerzos en desarrollar proyectos que fomenten el bienestar común; es decir, ciudades que hagan que la gente colabore e interactúe,y en las que la tecnología empodere a las personas sin deshumanizarlas. No se trata de abandonar la innovación tecnológica, sino de manejarla como herramienta para mejorar la calidad de vida y resolver cuestiones sociales, medioambientales y económicas.
¿Cómo humanizar las ciudades del futuro?
Algunas personas pueden llegar a pensar que las ciudades futuristas dependen únicamente de los desarrolladores tecnológicos o de los científicos urbanos. Y si bien el Internet de las cosas, el big data y la industria 4.0 intervienen en estos proyectos, los ciudadanos somos los verdaderos protagonistas, los únicos que podemos imprimirle humanidad al futuro.
Para dejar de ser meros espectadores, podemos contribuir a crear ciudades inteligentes más humanas. Todos los días, en nuestros hogares, empleos, instituciones educativas y espacios de interacción social tenemos la oportunidad de crear ciudades y comunidades sostenibles. Solo es necesario enfocarse en acciones e iniciativas que permitan:
Aprender a comunicarnos entre nosotros y cooperar en función del bienestar común y no de la novedad tecnológica.
Fomentar una relación más armónica entre nosotros, sin jerarquías o barreras que nos separen y nos desconecten.
Participar en espacios de colaboración, no de competencia, que nos permitan manejar diferentes perspectivas, buscar soluciones y tomar decisiones como equipo.
Emprender acciones que prevengan el consumo excesivo de energía y la contaminación del medioambiente, que supongan una mejora de nuestra calidad de vida.
Tomar la educación, la cultura y los factores medioambientales como principales motores del desarrollo de las ciudades.
Si has escuchado antes estas recomendaciones, quizá ya las pones en acción o, al contrario, tienes pocas expectativas sobre ellas. ¿Es demasiado utópico para ser real? Lo cierto es que no es solo una utopía. Sí es posible crear ciudades sostenibles con estas buenas prácticas, si bien suponen un importante cambio de mentalidad.
Ya se reflejan algunos resultados de esos esfuerzos. Helsinki, la capital finlandesa, es un buen ejemplo de las smart cities europeas. La confianza, la conexión, la igualdad de género y el respeto de los derechos humanos son algunos factores que contribuyen a la excelente calidad de vida que Helsinki ofrece. Otros aspectos que se destacan y la posicionan como una de las ciudades más felices del mundo son el acceso a la salud, el transporte, la vivienda, el empleo y la educación de calidad.
Si quieres conocer más detalles sobre este caso, puedes escuchar la conversación que tuvimos con Ana Johns, científica urbana del Centro de Investigación sobre el Futuro, en Finlandia. Esta investigadora, originaria de Colombia, ha vivido en muchas ciudades del mundo y actualmente lidera varios proyectos de ciudades inteligentes y desarrollo sostenible. Es una visión interesante sobre las ciudades futuristas que te invitamos a conocer en nuestro pódcast Innovación Bancolombia.
Conclusiones
En medio del metaverso, la inteligencia artificial y el Internet de las cosas, las ciudades inteligentes ya no se ven tan lejanas como hace cincuenta años atrás. De hecho, estamos más cerca de lo que pensamos. Esta transformación acelerada viene acompañada en paralelo del debate de varios actores de la sociedad, que se cuestionan hasta qué punto la innovación debe ser protagonista de los espacios urbanos.
Para algunos científicos urbanos, la conclusión es más evidente de lo que parece. No es necesario llegar a un extremo postapocalíptico como The Last of Us para darnos cuenta. La construcción de ciudades sostenibles requiere trascender los avances tecnológicos y, sin dejarlos de lado, aprovecharlos para mejorar nuestra calidad de vida y darle preponderancia a lo humano.
Fuentes