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El 7 de julio entra en vigor la Ley 2232 de 2022, que prohíbe los plásticos de un solo uso en Colombia, marcando una transición hacia una economía sin este material. Aquí te contamos lo que deben saber productores y consumidores.
¿Te imaginas 800 torres Eiffel o 14.285 aviones Airbus sumergidos en el océano? Pues ese es el peso que tienen los ocho millones de toneladas de basura que anualmente llegan a los mares, según la ONG Greenpeace. Una gran parte de esos residuos corresponde a los plásticos y se calcula que en los océanos hay entre 5 y 50 billones de fragmentos de este material.
El debate global, que hace años se impulsa sobre el tema, inspiró el diseño de medidas para enfrentar esa problemática ambiental desde el ámbito de la economía circular y los marcos regulatorios. En Colombia se promulgó la Ley 2232 del 7 de julio de 2022, que busca reducir la producción y utilización de plásticos de un solo uso.
Esta norma establece que el 7 de julio de 2024 salen del mercado este listado de productos plásticos de un solo uso:
Bolsas utilizadas para embalar, cargar o transportar paquetes y mercancías.
Bolsas utilizadas para embalar periódicos, revistas, publicidad, facturas y ropa de lavandería.
Bolsas utilizadas en superficies comerciales para empacar mercancías o alimentos a granel.
Mezcladores y pitillos para bebidas.
Soportes plásticos para las bombas de inflar.
Soportes plásticos de los copitos de algodón.
Por otro lado, se podrán seguir usando plásticos de un solo uso para:
Empacar productos crudos de origen animal.
Propósitos médicos, por razones de asepsia e higiene.
Contener productos químicos que presentan riesgo para la salud humana o el medioambiente.
Envasar o empacar residuos peligrosos.
Están exceptuados de la norma las bolsas o empaques reciclados, reutilizables o de uso industrial que sean producto de un modelo de economía circular, al igual que los pitillos adheridos a envases de hasta 3.000 mililitros (ml) que además de ser reciclables, contengan alimentos claves para garantizar la seguridad alimentaria.
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Aunque la regulación sobre plásticos de un solo uso busca acelerar la transición hacia prácticas de consumo más sostenibles en el país, otro aspecto que se debe tener en cuenta es que la norma no aplica en el caso de las exportaciones. Esta excepción es clave, de acuerdo con el gremio de las empresas de las cadenas productivas químicas y las del plástico.
“El sector del plástico exporta alrededor de 2.000 millones de dólares anuales. Solo el componente de empaques, envases, bolsas y pitillos exporta alrededor de 400 millones de dólares anuales. En el segmento de los termoformados, como vajillas o vasos, se exporta cerca del 30 % de lo que se fabrica. En general, el mundo sigue abierto a este tipo de productos, aunque cada país tiene sus regulaciones”.
Los cambios propuestos por la ley estaban en el radar desde 2022, en este sentido, tanto productores como consumidores corporativos de estos productos han buscado alternativas para adaptarse a la norma.
Especialmente porque reconocen que, más que una obligación, el compromiso con el medioambiente es una exigencia del mercado. Además, sus clientes piden opciones ambientalmente sostenibles, sea o no obligatorio.
Daniel Mitchell asegura, por ejemplo, que el gremio le apuesta a la economía circular y a la gestión de residuos como alternativas para lograr que a los ecosistemas llegue menos plástico. “El análisis de ciclo de vida del producto para evitar que se sustituya por otro con mayor impacto ambiental es un elemento positivo de la ley”, dice. En ese contexto, las empresas productoras han optado por:
Incorporar materia prima biodegradable en sus productos, como la que tiene componentes orgánicos, biopolímeros biobasados (se obtienen de fuentes naturales) o compostables.
Hacer inversiones para lograr productos con materia prima reciclada en un ciento por ciento.
Prepararse para la salida del mercado del segundo grupo de productos plásticos de un solo uso, que se dará en 2030.
“Colombia, en ese sentido, se perfila como líder en América Latina. En los últimos años, las empresas han invertido en ampliar la capacidad para la reutilización de plásticos, en particular del PET. También se han fortalecido las cadenas de reciclaje, que tienen un papel fundamental en este proceso”, afirma Mitchell.
La Ley 2232 establece que las empresas interesadas en producir sustitutos de los plásticos de un solo uso deben contar con una certificación. Sin embargo, a la fecha no se ha expedido la reglamentación.
Al respecto, el gremio asegura que, para hacer las pruebas de biodegradación de los materiales, hay que simular ciertas condiciones y eso requiere tiempo. Como no se conocen los criterios técnicos establecidos por el Gobierno, los ensayos no se han adelantado.
Otra inquietud tiene que ver con los productos hechos ciento por ciento con materia prima reciclada. Hay empresas que tienen tanto los componentes como la capacidad para producir bajo esas condiciones, pero están a la espera de las reglas de juego para certificar sus procesos y artículos finales.
Mientras tanto, el gremio propone a las autoridades competentes que establezcan un régimen de transición para que los empresarios tengan el tiempo de demostrar que cumplen alguna de las excepciones (sus bolsas o empaques son reciclados, reutilizables o producto de un modelo de economía circular) y así evitar que se afecten la producción y comercialización de los negocios. Es clave que las compañías estén pendientes de cómo avanza este tema en las próximas semanas.
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Los consumidores de plástico de un solo uso también han tenido que adaptarse para acatar la norma. Por eso, grandes superficies empezaron a cobrar las bolsas plásticas para desincentivar su consumo y algunos, incluso, suspendieron definitivamente su venta. Otros las reemplazaron por las de papel biodegradable. Pero para que la economía circular funcione, se necesita que todos los actores se involucren. Entre ellos, los consumidores finales. “La cultura ha mejorado bastante. Hay conciencia en la ciudadanía sobre la importancia de proteger el ambiente. Sin embargo, aún hay zonas rurales e incluso urbanas que no tienen sistema de recolección de aseo. Eso hay que fortalecerlo, así como la separación de residuos en el hogar. Todavía hay mucho por mejorar” dice Mitchell.
Hay que recordar que, si las empresas no acatan los lineamientos sobre los plásticos de un solo uso, se exponen a sanciones que van desde multas hasta la clausura del establecimiento. Por todo esto, el tema de la sostenibilidad ambiental no debe dejarse para después.
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