La sociedad, tu familia y las redes sociales tienen una gran influencia en tu imagen. Puede que ese estilo o forma de vestir que tanto te gusta en realidad sea una presión para encajar en un grupo.
En un mundo lleno de imágenes, filtros y tendencias, la línea entre el estilo personal y la presión por encajar se ha vuelto cada vez más difusa. Antes nos veíamos influenciados por la televisión o las revistas para elegir cómo vernos, pero ahora tenemos millones de pantallas y algoritmos que saben exactamente qué mostrarnos y qué vendernos.
Junto a la psicóloga e investigadora Helena Sutachan y la periodista de moda Luz Lancheros exploramos en este episodio la relación entre el autocuidado y la presión estética, cuestionándonos qué parte de nuestra imagen nos pertenece y cuál es impuesta por los demás.
De hecho, la influencia que tiene el contenido en redes sociales y la comparación a la que nos lleva con cuerpos irreales ha provocado un aumento de más del 20 % anual en cirugías y retoques en jóvenes de entre 14 y 22 años, todo con el objetivo de encajar en visiones de belleza que se creían superadas y en estándares que siguen siendo inalcanzables.
Aunque en un principio las tendencias en redes sociales parecen divertidas e incluso inofensivas, al igual que otras, trae consigo mensajes sobre cómo "debería" verse un cuerpo y fija un molde específico para poder “encajar” en un grupo determinado. Esto ha hecho que aún se asocie la belleza con cuerpos delgados, blancos y jóvenes, un modelo que sigue presente en la publicidad y el contenido en línea.
La búsqueda de la autenticidad
Una de las principales dificultades para tener una imagen más real con nosotros mismos es que nos enseñan a juzgar a los demás por su apariencia y a perseguir una "autenticidad" que, irónicamente, debe responder a algún mandato de la sociedad. La psicóloga e investigadora Helena Sutachan explica que la necesidad de afiliación o de ser parte de un grupo, es un deseo humano básico.
Sin embargo, esta presión también puede venir de entornos cercanos, como la familia. Una investigación de la doctora Dianne Neumark-Sztainer a través de su proyecto EAT encontró que el ambiente familiar tiene un impacto directo en la relación de los jóvenes con su cuerpo, alimentación y autoestima.
Aunque la lucha por la autoaceptación es constante y muchas veces es posible que sintamos que no sabemos cómo manejarla. Es fundamental cuestionar las expectativas externas, ponerles un filtro y tratar de enfocarnos en la relación que tenemos con nuestro propio cuerpo, valorándolo por lo que puede hacer (correr, abrazar, bailar) en lugar de la forma en que se ve.
Tres herramientas para enfrentar la presión estética
Sin importar qué tan difícil sea, aquí te ofrecemos un par de prácticas, respaldadas por la ciencia, para combatir la insatisfacción corporal:
Limitar el tiempo en redes sociales: estudios recientes demuestran que reducir el uso de estas plataformas mejora la autoestima y la percepción corporal.
Escribir: ejercicios de escritura centrados en la autocompasión pueden reducir la insatisfacción con el cuerpo en al menos un 20 %.
Busca otros referentes: lo que es “lindo” o “feo” depende de la sociedad y las tendencias, pero no son una camisa de fuerza. Encuentra alternativas de estilo o de cuerpos diversos que resuenen más contigo.
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