Dos voces, dos realidades. María José Quinceno desde la estrategia corporativa y Graciela Hernández desde la ruralidad dialogan sobre los retos de la transformación digital en Colombia: inclusión, confianza y responsabilidad compartida.
Cuando María José Quinceno y Graciela Hernández se sientan a conversar, no solo se cruzan dos profesiones; se cruzan dos formas distintas y complementarias de sentir el país. María José, VP de Comunicaciones y Reputación de Bancolombia, lo hace desde una mirada estratégica y corporativa; Graciela, alcaldesa de Puerres, lo hace desde la calma de los campos tolimenses. Aun así, ambas llegan a esta invitación motivadas por un mismo fin: entender los desafíos para el país cuando hablamos de trasformación digital. ¿Nos llega a todos por igual?,¿nos une o nos separa? Y, ¿qué responsabilidad recae sobre la empresa privada y las instituciones?
A primera hora de la mañana, cuando comienza el tráfico de Bogotá y las pantallas en las oficinas se prenden, María José Quinceno, vicepresidente de Comunicaciones y Reputación de Bancolombia, inicia el día rodeada de métricas, datos y tendencias que revisa desde su celular de camino al trabajo. Su día a día está marcado por cientos de decisiones diseñadas para que cada estrategia, cada mensaje y cada acción estén alineadas con los valores y propósitos de una compañía que atraviesa y conecta a todo el país.
Mientras tanto, a 615 kilómetros de distancia, en lo alto de Nariño, la alcaldesa Graciela Hernández camina por las calles frías de Puerres, un municipio campesino donde la señal del celular a veces se pierde detrás de las montañas y donde la tecnología llega con la lentitud de las mulas que suben por los caminos veredales. Sin muchas herramientas digitales y recursos limitados, Graciela trabaja en acciones que benefician a toda su comunidad: atraer al turismo, construir caminos para mejorar la ruta de la leche y otros productos agrícolas y capacitar a mujeres emprendedoras a través del centro de aprendizaje agroindustrial, turístico y empresarial, entre muchas otras iniciativas.
A ambas, desde ciudades que se mueven a ritmos muy distintos, les pedimos que conversaran con nosotros, Fundación Bancolombia y Grupo Origen — Red de liderazgo, para que, entre todos, tratemos de entender los desafíos que enfrenta Colombia en materia de transformación tecnológica, una que fortalezca la democracia y que acerque las oportunidades.
Construir confianza a través de la tecnología
¿Es esto posible? Nos preguntamos.
La transformación digital trae grandes beneficios, pero también grandes retos, el más importante es el de la verdad y la autenticidad. En los entornos digitales estamos llenos de voces y personas que son falsas. El reto está en humanizar la comunicación y garantizar que existen caras reales detrás de lo que leemos y vemos; y en educar a los ciudadanos para que accedan a las fuentes oficiales. En un entorno de alta intoxicación de contenidos digitales es la opción más segura
María José QuincenoGraciela coincide desde su experiencia en el territorio: “Yo creo que lo importante es que lo que divulguemos e informemos, sea verdad. Si nos basamos en resultados y no en opiniones, la gente va a creernos”.
Pasamos entonces a otro problema. Si no siempre vemos la cara de quien escribe/opina/inventa en las redes sociales y si distinguir lo real de lo falso se ha vuelto tan difícil, ¿Qué podemos hacer?
El gran desafío: noticias falsas
Basada en su formación periodística, María José responde: “antes de creer ciegamente en una información hay que consultar múltiples fuentes y ángulos. Buscar siempre caras conocidas, respetables y confiables tanto por su experiencia técnica como por el rigor con el que manejan la información; y finalmente basarnos en estudios y datos y no en opiniones, porque eso nos lleva a la probabilidad altísima de caer en sesgos”.
Desde tu posición dentro de la compañía en la que trabajas, ¿promueves entre tus equipos y colegas el pensamiento crítico que les permita distinguir la verdad de la desinformación y evitar caer en las trampas del algoritmo?
“Este sesgo de información es peligroso —continúa María José— porque hace que el algoritmo solo muestre los contenidos que reafirman mi creencia. Por tanto, lo que necesitamos es consumir y consultar a personas que son diferentes a nosotros. Así hackeamos al algoritmo y ganamos perspectiva”
Graciela HernándezGabriela aporta su propia visión: “en las redes sociales no hay que entrar en la pelea. No discutir con quien hace comentarios negativos, con quien quiere desacreditar su trabajo. Si usted no responde, el comentario desaparece. Se olvida”.
Pero sabemos bien que, en Colombia, la transformación digital tiene otro reto gigante: la desigualdad entre los territorios altamente conectados y con acceso a herramientas y aquellos donde casi no llega la señal de Internet y la tecnología se reduce a las redes sociales (que usan unos pocos).
La tecnología no llega a todos por igual
“En Puerros la tecnología es muy incipiente. La población joven es la que usa las redes sociales o las aplicaciones, porque saben manejarlas. La gente mayor y la gente del campo no tienen acceso por falta de recursos y porque la tecnología los atropella”,
Comenta Graciela, haciendo un retrato de cualquier otro municipio rural de Colombia. Es decir, el 29,3% de Colombia, según el reporte del DANE en 2025.
María José concuerda y complementa: “El problema no es solo la conectividad. Hay municipios donde es muy difícil pensar, por ejemplo, en tener educación virtual. O que no todos acceden a los mismos dispositivos, y eso cambia la experiencia digital. El problema mayor, si pensamos en democracia, es que, con niveles de educación tan distintos, comunicar sin que el mensaje se distorsione es un reto enorme”.
Nos tenemos que preguntar entonces: desde la empresa privada, ¿cuál es nuestra responsabilidad en la construcción de país?
Responsabilidad digital: entre lo colectivo y lo personal
Desde las organizaciones: María José lo resume como “La ética de los datos y la transparencia deben ser prioridad. La protección de la información debe hacer parte del propósito de las compañías. Y las organizaciones grandes también deben ser capaces de mostrar vulnerabilidad, reconocer errores y corregir”.
Desde las instituciones en los territorios: Graciela insiste en una comunicación clara y cercana.
“Hay que pensar en cada sector de la comunidad: niños, ancianos, campesinos, policías, iglesias… La información oficial debe servirles a ellos”. Además agrega: “Las alianzas con empresas privadas son claves. Hay muchas personas invisibles en los municipios rurales, y estos apoyos les dan oportunidades reales”.
Desde mi posición como parte de una empresa: María José comparte tres reglas simples.
Hay que aprender a usarla, pero también hay que mantener la duda razonable. “Hay que dudar incluso de mis propios pensamientos porque tienen un sesgo”.
Nunca se debe guardar silencio frente a una información falsa o engañosa. Sentar una posición es importante y urgente: la información falsa corre siete veces más rápido que la verdadera y una vez se instala en el cerebro es muy difícil sacarla de ahí.
Vivimos un momento histórico en el que el acceso a la información es casi infinito. La tecnología nos permite hacer grandes investigaciones en pocos segundos, corroborar hipótesis; explorar documentos, artículos, entrevistas, contrastar fuentes y opiniones. Es nuestra responsabilidad aprovechar estas herramientas especialmente en un contexto polarizado y de desconfianza, para comprender mejor lo que sentimos frente a los demás.
Te necesitamos
Entre la inmediatez de la tecnología y la calma de las regiones rurales, todas las voces son claves, porque la transformación digital no es un destino sino una construcción colectiva. Por eso, invitamos a las compañías para que se unan a este esfuerzo, a través de buenas prácticas: priorizar la confianza y la trasparencia en las comunicaciones, ser referentes de veracidad, promover la inclusión y la capacitación en capacidades tecnológicas dentro de territorios con menor acceso, liderar con ética el manejo de datos, fomentar entre los empleados el pensamiento crítico y usar canales y lenguajes accesibles para cada público.
En pocas palabras: una transformación digital bien hecha hace crecer a las empresas, pero también ayuda a construir un país más justo, conectado y democrático. ¿Cómo te sumas?