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¿Por qué estamos en medio de una crisis energética mundial y cuál es su impacto en Colombia?
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Conoce un completo análisis de por qué se está presentando la crisis energética actual en el mundo y qué implicaciones tiene para Colombia.
Explora las perspectivas económicas de América Latina en 2017 y descubre cómo la región busca un rumbo más constructivo en medio de desafíos globales.
Las proyecciones de crecimiento mundial para este año permanecieron inalteradas. En su último informe de perspectivas económicas globales (WEO, por sus siglas en inglés) el Fondo Monetario Internacional (FMI) mantuvo su pronóstico de expansión mundial en 3,4% para 2017 y de 3,6% para 2018.
Aunque la recuperación económica comenzará a dar sus primeros pasos este año, el ritmo de avance será moderado. Así mismo, retornar a niveles de crecimiento global similares a los experimentados antes de la crisis de 2008 tomará al menos un lustro.
El FMI revisó su estimación de crecimiento para las economías avanzadas en 10 pbs para 2017 y en 20 pbs para 2018. La principal revisión en este grupo de países estuvo relacionada con el mayor crecimiento esperado para EE.UU, el cual fue revisado alza en 0,1 pps y 0,4 pps. A su vez, dicha mejoría en las perspectivas de crecimiento está asociada a la incorporación de los estímulos fiscales de la nueva administración. Por su parte, la aceleración productiva mayor a la prevista en el 2S16 de las economías de Alemania, Japón, España y el Reino Unido, llevó a la entidad multilateral a revisar al alza sus expectativas de PIB para estos países en 2017.
A pesar de que se expandirán más que los países desarrollados, la estimación de crecimiento para el mundo emergente se revisó a la baja. La estimación de variación del PIB de este grupo se redujo hasta 4,5% para 2017 (-10 pbs) y se mantuvo inalterada en 4,8% para 2018. Esto se sustenta en las menores expectativas para India, Indonesia, Tailandia y el Medio Oriente.No obstante, China se acelerará. El FMI revisó al alza su expectativa para este país (+30 pbs), como consecuencia de la continuidad en los programas de estímulo de las autoridades y de sus esfuerzos por contener la salida de flujos de capital.América Latina enfrentará un entorno mixto. De una parte, la región puede beneficiarse del mayor crecimiento en el mundo avanzado y China, y la estabilización en los precios de los bienes básicos. No obstante, enfrentará los riesgos provenientes de las políticas del nuevo gobierno en EE.UU, la fortaleza del dólar y las mayores tasas de interés en ese país, así como barreras de crecimiento internas.Como consecuencia, el crecimiento esperado de las mayores economías de la región se moderó. En Brasil la expectativa de crecimiento se redujo en 30 pbs hasta 0,2% y en México en 0,6 pbs hasta 1,7%.
Se presentarán mayores incrementos en las tasas de interés en EE.UU.
El proceso de normalización de la política monetaria en EE.UU podría ser menos gradual. En línea con los anuncios recientes de sus miembros, en su reunión de marzo el Comité de Mercado Abierto del FED incrementó su tasa de los fondos federales hasta un rango de 0,75% a 1%. Además, en las proyecciones individuales de tasas para el resto del año se anticipan dos aumentos adicionales (julio y diciembre). Lo anterior refleja el sólido desempeño del mercado laboral, las recientes presiones inflacionarias y la perspectiva de que la nueva administración implemente medidas de estímulo fiscal que lleven a la economía de EE.UU a operar por encima de su potencial.
Las tasas del Tesoro continuarán con su tendencia alcista. A partir de las elecciones en las que venció Donald Trump las rentabilidades de la deuda federal se han incrementado de forma pronunciada. Los agentes de mercado esperan que el nuevo gobierno impulse una reducción de la carga tributaria de las empresas y las personas de mayores ingresos y que simultáneamente implemente programas de gasto en infraestructura y defensa. Lo anterior tendería a ampliar el déficit y el stock de la deuda federal, así como a generar presiones adicionales sobre los precios. Por ello se prevé que al cierre del año la tasa de los Tesoros a 2 años aumente hasta 1,7% y la de la referencia de 10 años lo haga hasta 2,75%.
Materias primas y términos de intercambio: efectos encontrados
La estabilización de los precios de las materias primas será positiva para los exportadores netos de dichos bienes. Colombia, Perú y Guatemala tenderán a beneficiarse de la leve recuperación real de las cotizaciones de los bienes que se prevé para este año. Esta última estará promovida por un mejor balance entre oferta y demanda y un mayor crecimiento global. Al igual que en el promedio de la región, mayores niveles de estos precios tienden a fortalecer los términos de intercambio, y por esta vía el ingreso nacional.
Por el contrario, los importadores netos de commodities experimentarán un efecto negativo pero limitado. El Salvador, y en menor medida Panamá, vivirán la situación opuesta, lo cual influenciará negativamente la demanda y generará una leve aceleración de la inflación.
La región puede afectarse por eventuales medidas del gobierno Trump
Desde el canal financiero, nuestros países podrían tener efectos por cuenta de un incremento de las tasas de interés en EE.UU. La implementación de medidas de estímulo fiscal (reducción de impuestos y mayor gasto en defensa en infraestructura) puede requerir mayor emisión de deuda federal y por ende mayores tasas de los títulos del Tesoro.
Esto, sumado a incrementos adicionales de tasas del FED, puede verse reflejado en mayores primas de riesgo y en presión sobre las monedas latinoamericanas. En este frente, nuestros modelos muestran que Colombia sería el país más afectado, debido a su grado de apertura financiera y a sus altos requerimientos de financiamiento internacional. En materia de mayores primas de riesgo, Panamá y El Salvador también resultarían afectados.
Los flujos de remesas serían el punto de debilidad en el frente real. La imposición de controles a la población migrante podría conducir a una reducción en los flujos de remesas desde EE.UU. Estos recursos anuales medidos como proporción del PIB son particularmente importantes en El Salvador (16,5%) y en Guatemala (10,5%). Por lo tanto, una caída de las remesas podría llegar a generar una desaceleración marcada de estas economías.
Por el lado del comercio exterior, las repercusiones negativas serían más moderadas. A pesar de ser el principal socio comercial de la región, los países analizados se verían poco expuestos a una reducción de los flujos comerciales bilaterales. Además, la salida de EE.UU de la Alianza Transpacífico implica que la amenaza de las manufacturas asiáticas es menor para Centroamérica.
Se prevé una reducción de los flujos de capitales por cuenta de la IED
En un entorno de alta incertidumbre e interferencias de factores políticos, para 2017 se prevé que los flujos de capitales a mercados emergentes se mantengan en niveles similares a los observados el año anterior (alrededor de US$860 mil millones). Vale la pena resaltar que el pronóstico del IIF supone que como proporción del PIB el valor de estos flujos sería 2,5%, cifra muy por debajo del 8% observado antes de la crisis global.
Es de resaltar la tendencia a la baja prevista en los flujos de inversión extranjera directa (IED). Este componente había mostrado una alta resiliencia, pero los cambios económicos previstos en EE.UU, particularmente el border adjustment tax y los desincentivos a la operación foránea de las empresas, pueden conducir a un marchitamiento de estos flujos en el corto y el mediano plazo.
En contraprestación, los flujos de portafolio a instrumentos de renta fija han exhibido solidez. Después de la tendencia bajista que se produjo durante la caída de los precios de las materias primas, los inversionistas de portafolio han presentado recientemente un renovado interés en la región. Buena parte de este mayor apetito se debe al cambio de ciclo en la actividad productiva y las menores presiones inflacionarias.
Sin embargo, la dinámica de los flujos de portafolio trae consigo desafíos. El primero es la dependencia creciente de la región a flujos que tienen una naturaleza volátil y altamente sensible a las condiciones globales. El segundo es que en el contexto de mayores tasas de interés en EE.UU el incentivo por carry en estos mercados se disipará paulatinamente.
El entorno global envía señales mixtas para este año
Del lado positivo, se encuentra la dinámica de la actividad productiva en EE.UU. Un crecimiento más sólido de la economía norteamericana es particularmente favorable para Colombia, El Salvador y Guatemala, dados los estrechos vínculos desde el lado real.
La estabilización de los precios de las materias primas tiene diferentes implicaciones. Para los exportadores netos como Colombia, Perú y Guatemala la tendencia de alzas moderadas permitirá que los términos de intercambio y el ingreso nacional presenten una tendencia constructiva. Panamá y El Salvador tendrán el efecto contrario y podrán experimentar presiones inflacionarias por cuenta de esta expectativa.
Un crecimiento estable de China será una buena noticia para la región. Las cifras más recientes de actividad en ese país soportan la expectativa de crecimiento alrededor de 6,5%, lo que es favorable para todos los países de América Latina.
Por cuenta de las mayores tasas de interés en EE.UU las condiciones financieras podrían deteriorarse. Ello dependerá del ritmo el FED siga normalizando su postura de política y de cómo se comporten las tasas de los títulos del Tesoro.
La pobre dinámica del comercio mundial es un desafío común. Este factor podría ser especialmente retador para Panamá, debido a su alto grado de apertura y al flujo del Canal.
Se espera que América Latina sea la zona con el mayor cambio de tendencia en crecimiento en el mundo emergente, con 1,7 pps de aceleración frente al resultado del año anterior. Sin embargo, la recuperación será tenue. En efecto, el crecimiento esperado de 1,2% para 2017 es la mitad del potencial de la región.
Casi toda la recuperación de América Latina estará explicada porque Brasil y Argentina saldrán de la recesión. El hecho de que dos de sus principales economías empiecen a salir del periodo de caída profundo que vivieron hasta el año anterior será favorable para todo el subcontinente.
A pesar del mejor panorama, los riesgos siguen sesgados a la baja. Las decisiones de política económica en EE.UU serán la mayor amenaza externa, y a nivel local el riesgo principal es una recuperación menos firme de la demanda interna.
A pesar de que los términos de intercambio de los principales países han tocado fondo, están por debajo de los niveles que tuvieron en el superciclo de las materias primas. La moderación en la inflación será la tendencia predominante en la región, lo que paulatinamente abrirá un mayor espacio de estímulo monetario.
Las tendencias cíclicas siguen siendo disímiles
Pese a que el PIB de la mayoría de países crecerá, la tendencia generalizada es que esta tasa estará por debajo de su promedio histórico. Mientras que en algunos países la actividad productiva se acelerará, en otros la tendencia será de moderación. La mayor parte de la región, incluidos Colombia y Guatemala, crecerán a un ritmo mayor que el observado en 2016.
Por el contrario, las economías de Perú, El Salvador y Panamá se desacelerarán. Dicho comportamiento disímil pone de relieve que el ciclo económico en América Latina no está completamente sincronizado, debido al peso que tienen los factores idiosincráticos.
Odebrecht: un escándalo con implicaciones económicas
A pesar de que la corrupción ha sido un problema con el que América Latina ha tenido que lidiar por años, el escándalo de Odebrecht ha tenido una escala y un alcance inusuales. En diciembre de 2016 la compañía admitió haber entregado coimas por US$788 millones con el fin de asegurarse la adjudicación de proyectos de construcción e ingeniería a lo largo de América Latina durante 15 años. Los países afectados incluyen a Brasil, Argentina, Chile, Colombia, Ecuador, México, Panamá, Perú, Guatemala, República Dominicana y Venezuela.
En el ámbito económico, los potenciales efectos se concentran en la ejecución de los proyectos de infraestructura. En Perú, las obras del Gasoducto Sur, que contemplan inversiones cercanas a US$5.000 millones se han suspendido, por lo que las autoridades han ajustado a la baja en más de 1 pp su proyección de crecimiento para este año. Nuestra estimación de 3,5% ya tiene incorporado este impacto.
En Colombia, consideramos que la principal afectación se daría por una ralentización de los cierres de los proyectos 4G que se encuentran en el pipeline. A pesar de que esperamos que las inversiones se materialicen, las eventuales demoras podrían impactar la aceleración que prevemos en el crecimiento a 3,1% en 2018 y 4% en 2019.
En Panamá, las eventuales dificultades en la ejecución de los proyectos en los que participaba Odebrecht representan un riesgo a la baja en materia de crecimiento. Esto se refleja en nuestro escenario conservador de crecimiento de 4,7% para 2017 y 2018.
La demanda interna, motor de nuestras economías, ha perdido fuerza
El consumo privado ha tendido a perder tracción debido a varios factores. Entre ellos se encuentran una menor generación de nuevos puestos de trabajo, el impacto adverso de los menores términos de intercambio y depreciación cambiaria (en Colombia y Perú), una caída de la confianza de los consumidores y una tendencia al alza en la carga financiera de los hogares. Simultáneamente las finanzas públicas han tendido a deteriorarse, por lo cual el consumo público no ha logrado compensar dicha desaceleración. Por el contrario, el repunte reciente de las remesas ha significado un impulso a la demanda interna en El Salvador y Guatemala.
Simultáneamente, la inversión sigue moderándose. Mientras que en Perú completa tres años de caídas, en Colombia descendió 4,5% en 2016, consecuente con la reducción en los gastos de capital de las empresas extractivas. En Panamá, pese a que sigue siendo el componente de demanda más relevante, la finalización de proyectos de gran envergadura ha conducido a su desaceleración.
Las exportaciones netas han reflejado el ajuste de los países andinos. Después de haber aportado negativamente por el aumento de las importaciones, en Colombia y Perú el sector externo está contribuyendo al crecimiento del PIB.
El crecimiento potencial mantiene una tendencia poco constructiva
Además de la desaceleración cíclica, en los últimos años América Latina ha sufrido una moderación en de su capacidad de crecimiento en el mediano plazo. Aunque en diferentes magnitudes, todos los países analizados exhiben este comportamiento.
La causa inmediata es el pobre desempeño de la inversión. Esta ha venido declinando por cuenta de la pérdida de dinamismo del sector minero, que en el pasado jalonó el gasto de capital de los países productores de materias primas. Esto se ha combinado con una caída de la confianza empresarial y una disminución de la rentabilidad esperada de los proyectos productivos.
A estas tendencias regionales se suman factores idiosincráticos. En Colombia y Perú la depreciación de años anteriores encareció los precios de los bienes de capital. Por su parte, la carga tributaria del sector privado es una importante limitación para la inversión en la economía colombiana. Finalmente, las disputas políticas y los desafíos en materia de seguridad son factores de preocupación en Centroamérica.
Por último, se encuentran las limitaciones en materia de productividad. Además de lo macroeconómico, estas dependen de factores como la debilidad de las instituciones, el deficiente funcionamiento del mercado laboral, los altos niveles de informalidad y desigualdad y los bajos niveles de innovación.
Conoce un completo análisis de por qué se está presentando la crisis energética actual en el mundo y qué implicaciones tiene para Colombia.
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