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¿Cómo la inteligencia artificial afecta la autoestima en la era digital? Te compartimos 5 prácticas para preservar el amor propio y reconocer que la tecnología es una aliada en el autodescubrimiento personal; su impacto depende de cómo la utilicemos.
La relación de la inteligencia artificial con el amor propio es multifacética, ya que está influenciada por diversos factores que van desde la percepción de la apariencia personal hasta la interacción social en entornos digitales.
Estamos en un momento en el que la tecnología y ahora la inteligencia artificial forman parte cotidiana de nuestras vidas, lo que nos hace cuestionarnos sobre su impacto a largo plazo en nuestra existencia.
La tecnología ahora no solo permite explorar el espacio y salvar vidas, sino que se entrelaza con nuestras emociones y percepciones por medio de los algoritmos avanzados de las redes sociales impulsados por la IA.
Aunque suene increíble, existe una conexión entre la evolución tecnológica y la construcción del amor propio. Esto se debe a que estas herramientas pueden ser desencadenantes poderosos que influyen en la forma en que percibimos nuestra propia identidad.
La tecnología, en particular la inteligencia artificial, está avanzando rápidamente y su influencia en nuestras vidas es innegable. Este progreso no excluye el ámbito de la salud mental, donde desempeña un papel significativo.
La relación de la inteligencia artificial con el amor propio es multifacética, ya que está influenciada por diversos factores que van desde la percepción de la apariencia personal hasta la interacción social en entornos digitales.
Para entender mejor este concepto, Tomás Balmaceda, filósofo y periodista especializado en tecnología, explicaba en el episodio 05 de nuestro podcast A Dos Grados que existen dos impactos significativos de la inteligencia artificial en la autoestima de las nuevas generaciones:
Las redes sociales, impulsadas por la inteligencia artificial, juegan un papel crucial en la formación de nuestra autoimagen. La presencia de filtros y herramientas de edición, alimentadas por algoritmos de IA, es muy común hoy en día. Filtros populares como el "filtro delgadez" en TikTok o el "filtro cara perfecta" en Instagram proporcionan una apariencia más esbelta al rostro, que ajusta los rasgos faciales para cumplir con una proporción perfectamente simétrica. Aunque parece inofensiva, esta práctica puede distorsionar la realidad al presentar imágenes idealizadas. De hecho, según una investigación realizada por Dove Self-Esteem Project en 2020, se descubrió que el 72% de las niñas ya han utilizado algún filtro en sus fotos desde que tienen 13 años. La psicóloga Jennifer Mills destaca que esta transición de ver una versión idealizada de uno mismo a la realidad genera presiones poco realistas al comparar nuestras vidas y apariencias con las versiones idealizadas presentadas en las redes sociales.
Imaginen desplazarse por perfiles que parecen ser testimonios interminables de éxitos, viajes exóticos y momentos felices. Esta exposición constante a las experiencias positivas de los demás nos lleva, sin quererlo, a comparar nuestras vidas con estas representaciones seleccionadas y altamente editadas. Según una investigación realizada por los académicos David Schweidel y Morgan Ward, se observó que la exposición de los usuarios a contenidos que proyectan una imagen "perfecta o ideal" tiende a generar comparaciones, desencadenando sentimientos de carencia, envidia y, en algunos casos, depresión. El psicólogo Aaron Balick señala que la ansiedad digital no solo se limita a la comparación social, sino que se extiende a la avalancha de información que recibimos diariamente. El constante flujo de opiniones, comparaciones, imágenes y expectativas generan una sensación abrumadora de sentir que solo nuestra vida no es perfecta cuando, en realidad, todos tenemos problemas.
El psicólogo Aaron Balick señala que la ansiedad digital no solo se limita a la comparación social, sino que se extiende a la avalancha de información que recibimos diariamente.
A pesar de que la IA tiene sus desventajas, no significa que sea mala en sí misma. Lo que realmente importa es cómo dejamos que esto afecte nuestra autopercepción. Trabajar nuestro amor propio en la era digital y la innovación tecnológica implica adoptar prácticas conscientes y saludables:
La búsqueda constante de la perfección es agotadora y perjudicial para nuestra autoimagen. En un mundo inundado de imágenes editadas en redes sociales, es fundamental recordar que esta supuesta perfección no es real. Aceptar nuestras imperfecciones y reconocer que la autenticidad tiene un valor único puede liberarnos de estándares inalcanzables.
Evita comparar tu apariencia con imágenes editadas que abundan en las redes sociales. Con la proliferación de filtros y herramientas de edición, la línea entre la realidad y la representación digital puede difuminarse. Al ser conscientes de este fenómeno, podemos apreciar la belleza real en la diversidad y resistir la presión de conformarnos a estándares poco realistas.
Centrarse en el crecimiento personal y valorar nuestras propias cualidades es esencial para preservar el amor propio. La tecnología, en lugar de ser una fuente de validación externa, puede utilizarse como una herramienta para el autodescubrimiento y la aceptación personal. Establecer metas realistas y reconocer nuestros logros contribuye a construir una autoimagen positiva.
Aunque la tecnología nos conecta con el mundo, es esencial cultivar relaciones significativas fuera del ámbito digital. El amor propio se nutre también de interacciones cara a cara, donde la autenticidad y la conexión emocional son más tangibles. Programar el tiempo para encuentros reales con amigos y seres queridos refuerza la importancia de las relaciones genuinas.
El exceso de tiempo frente a las pantallas contribuye a la ansiedad y afecta negativamente el amor propio. Establece límites en el tiempo dedicado a las redes sociales y otras actividades en línea. Ten períodos de desconexión digital que te permitan reconectar contigo mismo, reducir la comparación social y mejorar tu salud mental.
La verdad es que la tecnología no es inherentemente buena ni mala; su impacto depende en gran medida de cómo la utilizamos. La rapidez con la que la inteligencia artificial y la robótica avanzan nos presenta tanto desafíos como oportunidades.
Al cuestionarnos sobre la relación entre la IA y nuestro amor propio, es imperativo analizar si la tecnología es realmente la villana en esta historia o si es una aliada en la construcción de una autoestima sólida y saludable.
La verdad es que la tecnología no es inherentemente buena ni mala; su impacto depende en gran medida de cómo la utilizamos. La rapidez con la que la inteligencia artificial y la robótica avanzan nos presenta tanto desafíos como oportunidades.
Tomás Balmaceda en nuestro podcast A Dos Grados asegura que, si bien la tecnología nos brinda la capacidad de realizar diversas actividades, es esencial recordar que somos los artífices de nuestras decisiones. La clave radica en utilizar la tecnología como una herramienta para potenciar nuestras vidas y no permitir que nos controle.
La regulación adecuada y el uso responsable de la tecnología son clave. Ejemplos como English KT, plataforma de enseñanza de idiomas que utiliza inteligencia artificial para facilitar el aprendizaje del inglés en comunidades desfavorecidas, demuestran la importancia de la tecnología como una fuerza positiva en la sociedad.
Abrazar la inteligencia artificial con conciencia y utilizarla para fortalecer nuestro amor propio nos permite enfrentar los desafíos de la era digital de manera positiva. La colaboración entre humanos y robots es la clave para un futuro en el que la tecnología mejore nuestras vidas sin comprometer nuestra esencia. Reconocerla como una herramienta para potenciar nuestras vidas, en lugar de cambiar nuestra percepción de nosotros mismos, es esencial.
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