Reducir la desigualdad es un compromiso global asumido por 193 países con los ODS. Las empresas contribuyen promoviendo inclusión laboral y prácticas de triple impacto. Aquí te contamos cómo fomentarlas.
Empresas: el actor más poderoso para combatir la desigualdad
“Reducir las desigualdades y garantizar que nadie se queda atrás” es el ODS (Objetivo de Desarrollo Sostenible) número 10. Aunque los Estados son los principales encargados de cumplir ese propósito, las empresas también juegan un papel vital en esa tarea, porque son las generadoras de empleo por excelencia y, en esa medida, conectan a todos los grupos de interés de una sociedad.
Para el experto en innovación social y territorio Elkin Arcos, quien además cofundó K-pibara Empresas con Propósito SAS BIC, las organizaciones están llamadas a cambiar su forma de operar para pasar de querer lograr un beneficio individual a uno colectivo, sin tener que renunciar al core de su negocio.
Teniendo claro esto, las empresas pueden emprender diferentes acciones con el objetivo de promover la igualdad y darles un giro a las estadísticas de las Naciones Unidas, que evidencian que una de cada seis personas en el planeta ha sufrido algún tipo de discriminación, especialmente las mujeres y las personas con discapacidad.
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La inclusión laboral se promueve al generar empleo para todos
A lo largo de su actividad consultiva, Elkin Arcos ha identificado que existen barreras por superar en términos de la inclusión laboral que, en ocasiones, ponen a las compañías en una encrucijada porque deben debatirse entre ser fieles a su compromiso con la sostenibilidad y garantizar la productividad y la rentabilidad del negocio. Esos desafíos son:
Encontrar personas calificadas y con experiencia específica en las comunidades vulnerables. Dada la dificultad de encontrar personal en estos contextos, las organizaciones optan por buscar en el mercado laboral y contratar profesionales idóneos para desarrollar las actividades requeridas.
Aplicar mecanismos de contratación que se salgan de lo tradicional. Cuando las empresas no cuentan con políticas de inclusión, terminan siendo más relevantes los intereses de la empresa que los de los aspirantes a un cargo.
Superar temores y creencias. Muchas compañías no están preparadas para contratar a miembros de comunidades específicas como desplazados, desmovilizados, personas que han salido de la cárcel o que tienen alguna discapacidad.
Entonces, ¿cómo superar esos desafíos? Al respecto, Elkin Arcos propone seguir estos pasos:
Realizar un ejercicio de reflexión colectiva por medio de conversaciones internas sobre su rol social, vencer el temor a implementar estrategias y prepararse para escenarios en los que se beneficie a la comunidad. Es importante que estas decisiones no se tomen verticalmente, sino que la alta gerencia trabaje de la mano con sus grupos de interés.
Construir una estrategia propia y adaptada a la particularidad del negocio
En este punto es válido usar como referentes a otras empresas o entidades que ya tengan estructuradas e implementadas sus estrategias.
Definir un plan de acción para materializar lo planteado
Aquí será esencial asignar roles y definir protocolos e indicadores bajo el liderazgo de la alta gerencia.
Realizar un proceso de profesionalización con los colaboradores
Contar con programas que le permitan a las personas culminar su bachillerato o estudiar programas técnicos, tecnológicos o profesionales permitirá que puedan ascender dentro de la empresa o fuera de ella.
Desarrollar resiliencia y constancia
porque los resultados de las estrategias de inclusión laboral se ven a largo plazo.
¿Cómo fomentar la igualdad en la cadena de suministro?
La reducción de la desigualdad también se debe promover en otros frentes del contexto empresarial, sobre todo, porque las organizaciones suelen tener la intención de apoyar a las comunidades de su entorno, pero no siempre encuentran en ellas la materia prima o los insumos suficientes para elaborar sus productos o prestar servicios. Para superar este reto, pueden:
Mapear la cadena de valor
Será clave que las compañías estudien su cadena de valor e identifiquen qué actores la componen. Esto significa mapear a los proveedores actuales, conocer qué prácticas de sostenibilidad realizan y cómo lo hacen. Existen metodologías como los ODS o GRI que facilitan la labor de hallar el valor existente en la cadena de suministro y reconocer el tipo de impacto que genera la empresa en ella.
Identificar oportunidades de mejora
Una vez mapeada la cadena de valor, sigue el paso de analizar de qué formas se puede aportar para combatir la desigualdad o apalancar la inclusión laboral. No se trata de transformar toda la cadena, sino de saber qué proveeduría podría ser atendida, primero por el mercado local o por el más cercano al sitio de operaciones del negocio. Los proveedores deberán contar con políticas que favorezcan el empleo de las mujeres o ser emprendimientos sociales y de comunidades históricamente excluidas.
Verificar las prácticas sostenibles de los proveedores
En caso de que no se encuentren los proveedores idóneos en las comunidades cercanas, no hay que culparse por no hacer compras ciento por ciento locales o colombianas. La atención se debe enfocar en verificar las prácticas que tienen las organizaciones con las que se hacen negocios o validar que cuenten con sellos que las certifiquen. Adicionalmente, una compañía puede invitar a sus proveedores a que se vuelvan empresas BIC, por ejemplo, para que tengan mejores oportunidades de inserción en las cadenas sostenibles.
Sistema de proveeduría
Para que todo lo anterior tenga resultados en la práctica, se requiere construir una filosofía de proveeduría en la que se establezcan los lineamientos para las compras de la empresa, teniendo presente que existe una variedad de proveedores, como los lejanos y cercanos, los ocasionales y los recurrentes, entre otros.
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Democratizar el acceso a productos y servicios
En aras de promover la inclusión laboral y combatir la desigualdad en todas sus formas, las empresas están llamadas a democratizar el acceso a productos y servicios. Es decir, facilitar su llegada a las comunidades. Para esto, el primer paso es identificar si esos productos o servicios suplen una necesidad básica. En la medida en que lo hagan, pueden tener mayor receptividad.
Otro ejercicio interesante es revisar el modelo de negocio ‘low cost’ o bajo costo. En él se hace un análisis de la cadena de valor para saber qué costos se pueden reducir. En muchos casos, uno de ellos es el de mercadeo: la penetración de un producto se logra generando empleo a personas de los territorios que logran que un producto se posicione más fácil en estos espacios porque conocen a los clientes y a los beneficios de los productos o servicios.
Elkin Arcos, cofundador de K-Pibara Empresas con Propósito SAS BICFinalmente, con todos estos esfuerzos se propone vencer un reto cultural. Es decir, “enamorar” a los habitantes de un territorio con diferentes estrategias que, además, les permitan a las organizaciones cubrir sus costos y ser rentables.