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La economía azul promueve el uso sustentable de los recursos oceánicos y apoya el ODS 14, que busca preservar la vida submarina. ¿Cuál es el rol de las empresas en esta estrategia? Descúbrelo aquí.
En 2015, cuando se definieron los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), se incluyó uno dedicado a la vida submarina: el número 14. Esto dio pie para que se empezara a hablar de la economía azul, definida por el Banco Mundial como el uso sostenible de los recursos oceánicos en beneficio de la economía, la sociedad y los ecosistemas.
El principal argumento para darle relevancia a los océanos es que representan tres cuartas partes de la superficie terrestre: la vida depende de ellos. Desde entonces, y aplicando lo que propone el ODS 17, que se refiere a la revitalización de las alianzas para lograr estos objetivos, entidades tanto públicas como privadas desarrollan una colaboración transfronteriza y sectorial para comprender y gestionar razonablemente los recursos oceánicos. Esta tarea, que está íntimamente relacionada con la Agenda 2030 para el desarrollo sostenible, adoptada por los Estados miembros de las Naciones Unidas (ONU), incluye promover la pesca sustentable, la salud de los ecosistemas y la prevención de la contaminación (los océanos son depositarios de vertimientos), así como lograr las metas del ODS 14 que son:
Reducir la contaminación marina.
Manejar sosteniblemente los ecosistemas marinos y costeros.
Reducir al máximo la acidificación de los océanos.
Reglamentar la explotación pesquera.
Conservar el 10 % de las áreas costeras y marinas conforme a las reservas internacionales.
Prohibir ciertas subvenciones de pesca.
Aumentar los beneficios económicos de los pequeños estados próximos al mar.
Organismos como Conservación Internacional, por su parte, aclaran que la economía azul brinda otros beneficios entre los que se encuentran el almacenamiento de carbono en los océanos, la protección costera de los valores culturales y la promoción de la biodiversidad.
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El Centro para la Economía Azul, además, señala que promover la blue economy es clave porque los océanos realizan una contribución mundial a la economía y son una oportunidad de crecimiento para todos los países. En ese sentido, Mauricio López, director ejecutivo de la red colombiana Pacto Global, una iniciativa de la ONU, afirma que este concepto se rige por principios relacionados con los ODS y el Pacto Global. Estos son:
Sostenibilidad: uso sostenible de los recursos marinos, evitar su agotamiento y minimizar los impactos negativos.
Innovación: uso de tecnologías, procesos y modelos de negocio que impulsen un crecimiento económico sostenible y creación de empleo alrededor de los océanos.
Cooperación: debe ser transfronteriza y transectorial.
Ciclo cerrado: fomento de la economía circular, de manera que productos, subproductos y desechos se reciclen, reutilicen y valoricen en lugar de desecharse para evitar que terminen depositados en los océanos.
Resiliencia: aunque el océano es un recurso que se renueva, no se puede romper el umbral de su capacidad para generar vida.
Equidad: igualdad en el acceso y distribución de los beneficios generados por las actividades económicas relacionadas con los recursos.
Colombia tiene costas en dos océanos: una de 1.600 km en el Atlántico y otra de 1.300 km en el Pacífico. Adicionalmente, cuenta con el área marina protegida Seaflower en las islas de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, que es la primera y más grande del país, así como la octava más extensa del mundo. Gracias a ella, se protegen 65.000 km cuadrados de costa y manglar, pastos marinos y arrecifes coralinos.
Colombia ha empezado a mirar hacia sus océanos porque se había olvidado lo positivo de tener dos costas, pero tenemos que seguir aprovechando esta realidad y realizar una explotación adecuada de los recursos marinos para lograr un desarrollo económico amplio en torno a ellos.
En ese sentido, en las últimas décadas, se han registrado algunos avances como:
La Comisión Colombiana del Océano (CCO), creada en 1969, promueve la sostenibilidad, desarrollo integral y competitividad de los ecosistemas oceánicos y costas del país.
La Política Nacional del Océano y los Espacios Costeros (PNOEC) favorece el desarrollo sostenible y de los espacios costeros, así como los intereses marítimos de la Nación.
La Ley 99 del 22 de diciembre de 2023 da lineamientos para que la división marítima forme parte del sistema nacional ambiental.
El Conpes 3090 de 2020 se propuso favorecer a las áreas de protección oceánica y ya se ha alcanzado la meta: el país tiene un área terrestre de casi 1.100.000 km cuadrados y la superficie marina es muy similar a esa cifra.
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El experto también enfatiza en que el sector empresarial es un agente de primer orden, pues la conservación de los océanos no solo debe recaer en los gobiernos o en las comunidades de pescadores de las ciudades costeras. Por eso, sugiere tener en cuenta la importancia de abordar estos retos con el fin de aprovechar las ventajas de la economía azul:
"Reconocer y aceptar con positivismo que Colombia tiene dos costas, lo que invita a volver la visión de país hacia ellas y los océanos."
"Innovar y buscar formas de aprovechar esa riqueza estratégica haciendo una utilización sostenible de los recursos oceánicos."
"Lograr una mixtura entre sistemas productivos de mayor eficiencia y la pesca artesanal para lograr un triple impacto ambiental, social y económico."
"Colaborar con la academia, que está llamada a investigar más sobre temas marinos, para lograr mayores innovaciones que permitan hacer un uso responsable de estos recursos."
“Es necesario querer a los océanos. Es decir, no solo mirarlos desde una perspectiva estética, sino como una parte fundamental de nuestro país y del mundo que se debe proteger por su importancia para el sector turístico y para una estructura productiva sostenible que, a su vez, proteja a los ecosistemas y genere una dinámica económica que favorezca a la sociedad. No hay que olvidar que lo que pasa en el mar repercute en los ecosistemas terrestres”, concluye Mauricio López.
Todos los años, la Fundación Bertelsmann Stiftung (entidad alemana que fomenta el desarrollo de ciudades sostenibles) y la Red de Soluciones para un Desarrollo Sostenible.
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