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Conoce un completo análisis de por qué se está presentando la crisis energética actual en el mundo y qué implicaciones tiene para Colombia.
En los últimos meses los precios del gas, el carbón y el petróleo subieron sustancialmente a nivel mundial, en especial en el mercado europeo, donde varios factores han afectado la oferta de estos combustibles y de la energía.
En 2020, con la llegada de la pandemia y el cierre de la actividad económica, la demanda mundial de energía cayó 4% frente al 2019. Esta disminución, que se agudizó principalmente en marzo, abril y mayo, llevó a los grandes oferentes a reducir su producción de combustibles fósiles.
Además de tener bajas reservas, una serie de eventos afectaron la oferta energética de otras fuentes como la nuclear y las Energías Renovables No Convencionales (ERNC), las cuales representan el 25,5% y el 17,6%, respectivamente de la generación europea. Pero ¿cuáles fueron esos acontecimientos?
Una disminución en los vientos redujo la generación eólica. La empresa de energía Orsted declaró que durante el segundo trimestre de 2021 la velocidad promedio de los vientos fue de 7.8 metros por segundo, mucho más bajo que la velocidad usual de 8.6 metros por segundo.
Francia es el principal exportador neto de electricidad del mundo y más del 60% de su energía es nuclear. A finales de 2021 se detuvieron cuatro reactores nucleares en el país tras descubrir fallas en su mantenimiento.
Así mismo, los objetivos de carbono neutralidad de los países de la UE han contribuido en la reducción de la oferta energética en los últimos meses; precisamente, en Europa ya cerraron o existe el compromiso de clausurar la mitad de sus plantas a carbón antes de 2030, disminuyendo la posibilidad de generar electricidad con esta fuente durante la crisis.
Como si fuera poco, los bajos inventarios de combustibles, los inconvenientes en la generación con otras fuentes y la llegada del invierno acompañado de un fenómeno de La Niña han obligado a Europa a depender de su generación térmica a gas.
Mientras tanto, otros países en el mundo también han visto afectada su generación energética por lo cual han incrementado la demanda de combustibles fósiles como el gas, el carbón y el petróleo importado para abastecer sus plantas térmicas.
Un ejemplo de esto es China: las fuertes inundaciones en minas de carbón y pleitos con Australia (su principal exportador), le han obligado a importar combustibles de otros productores. En Brasil, cambios en los niveles de lluvia y reducciones en su producción hidroeléctrica también le han obligado a importar más combustibles para suplir sus necesidades energéticas.
Lo anterior ha hecho que se siga fortaleciendo la demanda mientras la oferta sigue débil y sin capacidad de suplir todas las necesidades energéticas del mundo.
Los problemas geopolíticos son los principales causantes de la escasez en la oferta de gas y petróleo, es decir, de la crisis energética actual.
Rusia es el principal exportador de gas a Europa y el segundo productor de petróleo del mundo. Sin embargo, fuertes discusiones con respecto al comportamiento de Rusia frente a Ucrania han creado disrupciones en las exportaciones rusas a Europa. Desde noviembre, por ejemplo, el Nordstream 2 (uno de los gasoductos más importantes para la exportación de gas a Europa) no ha podido entrar a funcionamiento por presiones políticas de Alemania.
Algunos especulan que el gas será un tema clave en el conflicto entre Rusia y Ucrania; así, mientras que la UE y EE. UU. le ponen sanciones económicas a Rusia, éste manipulará la oferta de combustibles y disminuirá sus exportaciones de gas dejando a Europa en una posición delicada por lo menos hasta que termine el invierno.
Otro problema geopolítico que afecta la oferta de gas a Europa son los problemas entre Argelia (el segundo exportador de gas a Europa) y Marruecos. Este último, no ha permitido que se renueven los contratos para que Argelia utilice el gasoducto que pasa por sus territorios, afectando a países como España e Italia.
Dichos recortes en la oferta de gas a través de gasoductos han aumentado la demanda por otros combustibles como el carbón, el petróleo y el gas licuado. A propósito de este último, sus altos costos de transporte y la alta demanda por parte de Europa, Brasil y algunos países de Asia han hecho que los precios lleguen a niveles históricamente altos.
Por el lado del petróleo, la OPEP+ (compuesta por Rusia y algunos aliados) aceptó aumentar su producción, pero esta no se ha visto reflejada en sus indicadores de los últimos meses poniendo en cuestión su capacidad productiva. Lo anterior, sumado a la incertidumbre de la variante ómicron y el riesgo geopolítico de Rusia y Ucrania, han llevado el precio del Brent por encima de USD90, el valor más alto desde 2014.
Colombia ha venido incrementando sus importaciones de gas natural desde 2017 teniendo en cuenta las proyecciones de la UPME en las que se empiezan a apretar la demanda y la oferta de este combustible entre 2024 – 2026. Sin embargo, en 2021 se presentó una caída pronunciada en la importación debido a los altos precios del mercado internacional.
El precio del carbón se incrementó alrededor de un 224% con respecto a enero de 2021.
En términos de petróleo, los altos precios del Brent y el WTI por encima de los USD85 aumentan los ingresos que tiene el Gobierno Nacional. El Marco Fiscal de Mediano Plazo -MFMP- trazó las cuentas de la Nación con un barril de referencia Brent en USD60. Hoy, cuesta cerca de USD90 lo que representa mayores ingresos a la nación por la exportación de crudo. Por cada dólar que sube el petróleo Brent, los
ingresos de la Nación aumentan USD130 millones,
es decir, unos COP487.000 millones entre este y el próximo año.
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Los precios elevados del petróleo representan una oportunidad de mayores recaudos fiscales para el Gobierno Nacional. Sin embargo, deben considerarse los altos costos que implica el alza del petróleo en términos de gasolina.
En Colombia, el precio de esta se mantiene estable gracias al Fondo de Estabilización de Precios de los Combustibles, haciendo que el valor de la gasolina no cambie con los ajustes en el precio del barril de petróleo. Sin el FEPC se estima que solo en septiembre el precio de la gasolina en el país habría aumentado alrededor de COP3.000 por galón.
Actualmente el FEPC tiene un déficit de alrededor de COP850.000 millones mensuales por causa de los altos precios del petróleo, poniendo en riesgo la sostenibilidad del fondo.
Se podría esperar un aumento en el precio de la gasolina a mediano plazo para reducir el déficit fiscal.
La matriz energética de Colombia depende, principalmente, de la generación hidroeléctrica la cual representa casi el 70% de su capacidad. Esto le da al país cierta tranquilidad frente a la seguridad energética.
La generación hidráulica depende del clima y los niveles de embalse de las hidroeléctricas, por eso, cuando los embalses están en niveles bajos y las hidroeléctricas reducen sus niveles de producción, las plantas térmicas toman un protagonismo importante en la generación del país como sucedió en diciembre del año pasado.
Precisamente, el 21 de diciembre el precio de la energía en bolsa tuvo un pico, con un máximo de COP579KWh. En este mes las generadoras hidráulicas embalsaron y ofertaron menos por proyecciones de menor precipitación en los próximos meses del año. Por esto, las plantas térmicas debieron entrar a producir y ofertaron con precios más altos dada la incertidumbre en el valor del gas importado.
La descarbonización y la escasez de oferta de energía renovable y nuclear en Europa, los ha obligado a incrementar su demanda de combustibles fósiles, aumentando sus precios en el mercado internacional.
Los problemas geopolíticos de Rusia y Ucrania son la principal razón por la que los precios de los combustibles como el gas y el petróleo han subido a niveles históricos en las últimas semanas.
En el plano local:
El precio de la energía en Colombia se ha visto afectado por una combinación entre la disminución en la oferta de las hidroeléctricas y la necesidad de las térmicas de entrar a producir con un gas importado con precios más altos.
Los altos precios del petróleo hacen que exista incertidumbre sobre la sostenibilidad del Fondo de Estabilización de Precios de los Combustibles y que se espere un recaudo fiscal importante para el gobierno.
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