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Tendencias de infraestructura y su financiación en el mundo
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Conozca qué tan dispuesto está el mercado colombiano para emitir e invertir en estos bonos vinculados a los indicadores de sostenibilidad.
Los bonos vinculados a la sostenibilidad son bonos cuyo perfil de pago depende del cumplimiento de indicadores en sostenibilidad del emisor. Es decir, los emisores se plantean unos objetivos en cuanto a la sostenibilidad y unos indicadores para revisar qué tanto se están cumpliendo o no, y entre más se cumplan menor será el costo de financiación, si no se cumplen se incrementa la rentabilidad para los inversionistas. Le invitamos a profundizar en nuestra anterior entrega sobre los principios que los rigen, cómo funcionan y algunos ejemplos que se han efectuado en los países pioneros de este tipo de emisiones:
De bonos con apellido sostenible a bonos vinculados a sostenibilidad
Representan un incentivo positivo para la compañía que trabaja por mejorar y cumplir sus objetivos sostenibles, pues el costo de financiación se eleva si no hay cumplimiento de los mismos.
Es una posibilidad abierta para todos los emisores. No existe restriccion para ningún emisor siempre que el bono cumpla con los 5 principios, que consisten en contar:[1] Con indicadores que midan el cumplimiento en sostenibilidad (KPIs).[2]Con objetivos de desempeño en sostenibilidad (SPTs) ambiciosos.[3]Con características del bono de acuerdo con los KPIs y el cumplimiento de los objetivos en sostenibilidad.[4]Con la presentación anual de informes sobre el resultado de los indicadores.[5]Con la verificación de un experto externo e independiente en sostenibilidad para evaluar el desempeño en cada objetivo propuesto.
Una subsidiaria que emite deuda puede definir objetivos diferentes de su matriz siempre que estos sean representativos y materiales para la entidad emisora.
Un emisor puede utilizar múltiples indicadores y objetivos de desempeño sostenible dentro de una misma oferta de emisión, lo importante es que no se interprete que por definir múltiples objetivos de desempeño sostenible se reduzca el compromiso del emisor hacia el alto desempeño de los indicadores seleccionados.
Los inversionistas conocen antes de la emisión qué objetivo se persigue, su pertinencia estratégica, su alineación y consistencia con los marcos de la industria.
Los inversionistas pueden tener, antes de la emisión y con el prospecto, una segunda opinión sobre los objetivos a partir de una revisión externa. Este estándar es sugerido a los emisores.
Se garantiza la transparencia y el monitoreo del cumplimiento de lo prometido, pues hay un compromiso del emisor de generar reportes y actualizar los indicadores clave posterior a la emisión. Entre ellos, deberá contar con la opinión de externos y el reporte de aseguramiento que debe ser público.
Inversionistas institucionales, corporativos, empresariales que tengan por meta estratégica destinar recursos a generar impacto, pueden hacerlo indirectamente con la financiación de estos emisores.
Inversionistas privados pueden elegir las emisiones y los objetivos que quieren apoyar y pueden ver los resultados directos del impacto.
Desde la Dirección de Estructuración de Mercado de Capitales del Grupo Bancolombia encuestamos entre el 23 de abril al 5 de mayo de 2021 a 77 personas tanto naturales como jurídicas: 47 inversionistas personas naturales, 9 inversionistas del segmento empresarial o pymes, 7 inversionistas corporativos y 6 inversionistas institucionales. Por el lado de emisores, contamos con la participación de 2 emisores del segmento empresarial o pymes y 6 emisores corporativos.
Todos fueron elegidos al azar e indagamos sobre su nivel de conocimiento en cuanto a los bonos vinculados a la sostenibilidad y si estarían dispuestos a utilizar este tipo de bonos. En el caso de los emisores e inversionistas preguntamos también si tienen adelantado algún proceso al respecto bien sea para financiarse o invertir.
Resaltamos que esta prueba no tiene el rigor estadístico para ofrecer una muestra representativa, pero nos ofrece un punto de partida. Entre las principales conclusiones que obtuvimos resaltamos:
El 83% de los emisores corporativos conoce del tema, así como el 100% de los emisores empresariales o pymes
que participaron en la encuesta.
Entre personas naturales encontramos equilibrado el conocimiento de estos instrumentos (43% conoce del tema) lo cual es positivo, pues no esperábamos que las personas conocieran ya de la existencia de bonos con estas características.
El 71% de los inversionistas corporativos no conoce de estos bonos, pero asegura estar dispuesto a considerarlos. Esto es relevante, porque una empresa que hoy no es emisora podría serlo en un futuro.
El 89% de los inversionistas empresarial o pymes no conoce del tema, pero el 78% dice estar dispuesto a usar esta alternativa.
El 50% de los inversionistas institucionales los conoce, la otra mitad no, pero todos afirmaron estar dispuestos a considerarlo.
El 100% de los emisores encuestados tanto corporativos como del segmento empresarial o pymes está dispuesto, a utilizar estos bonos. El 75% manifestó estar estudiando adoptar este tipo de alternativas y el 25% restante ya cuenta con políticas y procesos al respecto.
El 100% de los inversionistas institucionales encuestados también afirmó tener la disposición de invertir en este tipo de bonos.
El 94% de las personas naturales encuestadas estaría dipuesto a invertir en bonos vinculados a la sostenibilidad.
El 86% de las inversionistas corporativos también invertiría así como el 78% de los inversionistas empresariales o pymes.
Esta encuesta es alentadora, si pudiéramos inferir que el total de mercado se expresara de forma similar en relación con el desarrollo de este tipo de instrumentos para el mercado local. Hay mucho por hacer, pero pareciera que hay intención de explorar esto como alternativa de financiación o inversión en ambos tipos de agentes, los emisores e inversionistas.
¿Quién va primero?
Sería todo un avance una vez los emisores definan su intención y disposición a financiarse bajo estas estructuras de bonos, que los inversionistas estén listos para recibirlas en sus libros sin mayor obstáculo. Pareciera, sin embargo, que una cosa no se da sin la otra y por tanto alguien debe dar el primer paso. El juego podría ser “no emito si tú no estarás listo para invertir, y yo no invierto porque mis incentivos son otros”. La clave está en resolver la interpretación y priorización de los rendimientos financieros como elemento esencial para el inversionista. ¿Los inversionistas institucionales primero?
Pensemos en aquellos inversionistas cuyo activo, un portafolio de inversión, tiene una contrapartida en el pasivo cuyas obligaciones contingentes no dependen de los objetivos de desempeño sostenible de los emisores.
Por ejemplo, una aseguradora tiene que cubrir con el portafolio de reservas aquellas obligaciones contingentes sobre el agregado de primas de seguros emitidas en todos los ramos de su operación (seguros generales, vida). El portafolio en sí está obligado a generar rendimientos suficientes que cubran la eventual materialización de estos riesgos.
Los factores asociados a los riesgos pueden o no estar relacionados con elementos vinculados a la sostenibilidad de los emisores y el entorno en que operan; sin embargo, y con independencia de ello, al final como se materialicen y haya reclamación de pólizas se necesita que haya suficientes reservas para pagarlos. (Se requiere dinero y punto).
La pregunta que surge es si la aseguradora puede asumir que el portafolio tenga rendimientos contingentes a los objetivos de desempeño sostenible de uno y múltiples emisores y con ello cubrir sus riesgos. Hoy conviven con que sus portafolios generen rendimientos fijos, variables o decrecientes, pero aún no han experimentado que los decrecientes estén asociados a factores positivos, por el contrario se suponen asociados al deterioro de las compañías en las que invierten.
Algo similar pasa con los fondos de pensión cuya obligación contingente está asociada al aseguramiento de la vejez, invalidez o muerte, y donde hoy la ley les exige garantizar un rendimiento mínimo. Otros portafolios institucionales deben honrar vigencias del Estado, administrar fuentes de pago, etc.
Entonces, ¿qué condiciones se tienen que dar para que estas instituciones puedan aceptar en sus portafolios de inversión deuda cuyos retornos financieros son cada vez menores en cuanto los emisores son cada vez mejores y sostenibles?
Definitivamente un factor que puede ayudar es el normativo, incentivos de ley que permitan flexibilizar en algo el sacrificio de retornos financieros en favor de un propósito superior (equilibrio social, seguridad ambiental, buen gobierno).
La buena noticia es que el 14 de mayo en el Boletín No.15, la BVC publicó la propuesta de modificación a la Circular única de la Bolsa donde se establece la posibilidad de emitir bonos vinculados al desempeño sostenible.
Este es un gran paso en el reconocimiento de las necesidades de las empresas de financiar una transición hacia una economía más verde y definir el marco para que el mercado de capitales avance en esta materia.
En la propuesta normativa se enuncian en borrador los requisitos para la inscripción de dichos valores en la Bolsa, los requisitos propios para segundo mercado y la publicación que deben hacer los emisores de la información sobre el desempeño de los indicadores.
¿Primero las personas?
Podrá ser más fácil para las personas. Las personas pueden hacer con su riqueza lo que quieran, por tanto podrían tomar más fácilmente la decisión de renunciar a rendimientos financieros si con ello pueden ayudar a causas altruistas.
Según The Economist, algo así como 68 trillones de USD en riqueza se estima que cambien de manos en América únicamente para el 2042 (con la muerte de los baby boomers) y refieren, según Mckinsey, que gran parte de esa riqueza de los boomers que cambiará de manos pasará a ser administrada por las mujeres que sobrevivirán a sus esposos (cerca de la mitad de ellas logran sobrevivirles por 15 años). Pero ese no es el punto que interesa; según The Economist, estas mujeres presentan comportamientos similares en cuanto a mantener acciones sobre bonos, pero parecen poner mayor énfasis en inversiones sostenibles.
Si la tendencia es que mujeres mayores administrarán grandes patrimonios y la conectamos con los millones de jóvenes cada vez más conscientes de la urgencia de un mundo más sostenible, podríamos prever que quienes adopten más rápido este tipo de inversiones sean personas. Y que en la creciente adopción de estas terminen demandando productos de inversión con estas características a los administradores de portafolio e impulsando el gran salto en la industria para terminar finalmente con que las normas se disponen para regularlo.
Sin embargo, como se den los incentivos y ajustes normativos que faciliten a las grandes instituciones poder asumir este tipo de bonos, no serían las personas quienes den el primer paso. El costo de oportunidad para los institucionales es alto frente a las obligaciones que tienen hoy, las cuales no están vinculadas en su totalidad con sostenibilidad. Ello puede cambiar, debemos procurar que ocurra para que sean ellas los agentes de avance en materia de sostenibilidad.
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Grupo Argos es un ejemplo de esta modalidad de financiación, que tendrá una tasa de interés menor en un crédito por 392.000 millones en función del cumplimiento de metas en equidad de género y cambio climático. Conozca esta experiencia aquí.
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